¡Ya soy triatleta! Me ha costado dos años pero al fin puedo decirlo. Triatlon Sprint a la saca. 800 m nadando en el mar menor, 24 km de bicicleta (3 vueltas a un circuito que transcurre por San Javier) y 4 km corriendo por el paseo marítimo de Santiago de la Ribera ¿Que si fue duro? Más de lo que pensaba. Pero empecemos por el principio.
La noche de antes tocaba preparar material. ¿Qué calcetines llevo? ¿Calcetines? ¡Pero si eso es de globero! Ya pero yo es que tengo los pies un pelín delicados y el calzado que uso no es apto… trimono, zapatillas de bici, zapatillas para correr, gafas, bicicleta, gorro, neopreno no hace falta… ah casco, ¡casco imprescindible!. Pues ya está todo…¿? No no, la ropa para ir para allá y para volver. El tema de los dorsales no resultó ser demasiado complicado aunque la primera impresión fue un poco apabullante.
A pesar de unos pequeños nervios, paso la noche perfectamente. Madrugo para poder desayunar sin prisa y con tiempo de hacer la digestión. Pronto se hacen las 8 y llega mi primo, que el día anterior se había animado a acompañarnos a Ana y a mi. Gracias los recursos que graba con su nueva cámara he conseguido montar un pequeño vídeo muy guay que conservaré siempre. Creo que él tampoco olvidará su primera competición como aficionado.
Una vez en San Javier, aparcamos y nos dirigimos a la salida. Empezamos a ver triatletas, bicicletas… y empiezo a notar la emoción de verdad. Llegamos con una hora y media de antelación con respecto a la salida y eso lo agradezco una y otra vez. Es importante reconocer el terreno, los sitios de paso, preguntar a los voluntarios y colocar la equipación en el área de transiciones. Todo esto me parecía muy complicado antes de llegar allí pero al final no es para tanto.
En la espera mi primo saca su cámara a relucir y hace muchas fotos del entorno e incluso me hace un par de vídeos improvisados. Aprovecho para comentar que me da miedo quedar último, pero interiormente pienso que si lo hago bien puedo quedar por mitad de la tabla (Iluso de mí…). Intento disimularlo un poco pero…¡qué nervios! Esto empieza ya. Ya llega el momento en el que me despido de Ana y de mi primo y me dirijo a la playa, a la zona de salida. Ahí me quedo sólo, unos 15′ que pasan como horas, con la mayor preocupación de no sufrir un calambre en los pies durante el primer sector.
Al fin suena el pitido inicial y todos a correr al agua como auténticos posesos. Veo como los primeros se adelantan bastante pero sigo rodeado de mucha gente cuando me echo a nadar. Empiezan las primeras brazadas y comienza la guerra. Lo había leído muchas veces en revistas de triatlon y lo había visto en reportajes y, sin embargo, hasta que no te ves en medio de la muchedumbre dándote golpes, pasándote por encima literalmente, sin ver a medio metro por delante y sin apenas poder respirar, no eres consciente de lo dura que va a ser la siguiente hora y media de tu vida. La primera boya va llegando y no tengo muy claro en qué posición voy. Mirando de reojo veo muchos nadadores a mi alrededor pero cada vez veo más gente por delante. Al pasar la primera boya y girar hacia la izquierda para situarme paralelo a la playa me doy cuenta que voy de los últimos y que el ritmo, al menos comparado con los de delante, es muy lento. Pienso que es momento de no subir la cabeza y buscar un ritmo que me permita respirar con tranquilidad. Sin embargo esto no lo consigo de momento. Tropiezo una y otra vez con los pies de la persona de delante pero no tengo fuerzas para salirme de la linea a adelantarlo. Decido dejarle espacio y hago pequeños tramos a braza con los que además aprovecho para respirar. Pronto llega la segunda boya y cuando la paso y me enfoco hacia la playa me doy cuenta de que voy último. Ahí ya con más espacio sí que pongo mi ritmo y adelanto a varias personas. Cuando ya toco la arena sigo adelanto a algunas posiciones más de competidores que salen andando muy fundidos.
Salgo del agua y me dispongo a afrontar la primera transición. En mi cabeza trato de repetirme: Calcetines, zapatillas, casco, gafas y dorsal. Calcetines, zapatillas, casco, gafas y dorsal. Calcetines, zapatillas, casco, gafas y dorsal. Entre tanto llego a la bicicleta y ni me doy cuenta del posible mareo que podría haberme dado al salir del agua y ponerme a correr sin tomar aire. Me pongo los calcetines a la pata coja, cuidando más de no caerme que de otra cosa. ¿Arena?, sí, hay arena. Pero, ¿qué más da? Seguimos con las zapatillas, el casco, las gafas se atascan un poco pero al final encajan y por último, y ya con los nervios de salir, me pongo el dorsal. Corro por la alfombra roja, llego a la alfombra amarilla y enfilo la salida del área de transiciones mientras voy viendo para mi sorpresa a bastante gente que se queda aún en la transición.
Me monto en la bicicleta, empiezo a pedalear y de momento me encuentro bien. ¡Genial! A las primeras de cambio me doy cuenta que la carretera tiene muchos baches y curvas cerradas. Me concentro para tratar de poner un buen ritmo pero cuidando sobre todo de no sufrir una posible caída. Delante de mí hay dos chavales haciendo relevos y trato de apretar para ponerme a rueda. Sin embargo cuando me acerco suben el ritmo y me sacan de punto. Justo en ese momento un grupo de 5 personas con el mismo trimono me pasan como aviones. Pero si esos los he dejado en la transición… pero… pero… ¡cuidado que pasa otro! Este no se escapa y me pongo a rueda. Tras unos kilómetros en los que nos adelantamos mutuamente, nos ponemos de acuerdo para ir a rueda. Empieza la segunda vuelta y ya voy fundido de verdad. No llevo ni velocímetro ni pulsómetro pero me da la sensación de que voy al límite todo el rato. Aún así, aguanto bien el ritmo del compañero aprovechando su rueda para bajar pulsaciones. Adelantamos a unos pocos corredores a los que parece que se les daba mejor la natación que la bicicleta. También nos adelanta el grupo de los primeros; unos 15 corredores que deben de ir a 40km/h… Impensable ponerse a rueda y dudando de si sería legal. A falta de 4 km empiezan los calambres. Primero uno leve en el tibial de la pierna izquierda y después uno más severo en el gemelo de la pierna derecha. Trato de girar el tobillo tanto como puedo mientras pedaleo para tratar de estirar el músculo pero da resultado a medias. Le digo al compañero que tire y bajo un poco el ritmo. ¿Retirarme? Ni se me pasa por la cabeza. Sólo pienso en que no me adelante más gente. Aguanto los 4 km con el dolor y consigo que el compañero de fatigas sólo se me adelante unos 50 metros. Llego a la linea de desmontaje sano y salvo.
Entro a la segunda transición y corro sin apresurarme demasiado hacia la posición de mi dorsal. Esta vez no me acuerdo de pensar. Simplemente me cambio el calzado, me quito el caso, las gafas y le doy la vuelta al dorsal. Empiezo a correr y veo a mi compañero de bici que está ya saliendo. Trato de ir tras él pero está muy lejos y además sale muy rápido. El asunto se torna desolador. No veo nadie por delante ni nadie por detrás, estoy realmente cansado, sigo teniendo el calambre del gemelo de la pierna derecha y no consigo encontrar un ritmo. Creo que voy muy lento. Completo el primero kilómetro y el dolor del calambre se va mitigando. Sin embargo mi felicidad se ve enturbiada rápidamente cuando un chaval entrado en kilos que había dejado atrás en la bicicleta hace muchos kilómetros me adelanta ahora con una zancada ágil y decidida. No deja de sorprenderme lo rápido que es capaz de correr la gente… Completo el segundo kilómetro y justo llevo la mitad del camino. ¿Pues no eran 5 kilómetros? Quizá sean 4… qué alivio. Entre tanto me encuentro a Ana y mi primo animándome y con los nervios me salto una curva del recorrido. Rapidamente me ayudan a rectificar y vuelvo al camino ¡Me cago en la leche, no estoy para hacer metros de más!. Afronto el tercer kilómetro adelantando a …»cadáveres» y me animo un poco. Al fin veo la meta y levanto los brazos de emoción.
Lo he conseguido. Soy TRIATLETA. Ha sido más duro de lo que pensaba. He tardado 1 hora, 27 minutos y 57 segundos. Ni en mis mejores previsiones. Aunque eso sí, he terminado mucho más atrás de lo que pensaba. Esto me da mucha motivación para seguir entrenando y poder mejorar la próxima vez.
Para el que todavía tenga ganas de más, aquí el vídeo resumen de la aventura.