A través de unas 2500 páginas, repartidas en 3 entregas, Stieg Larsson nos presenta una historia llena de vitalidad y sorpresas, una historia que te engancha desde el principio…

En la trilogía MILLENNIUM, llaman la atención los títulos de cada entrega: “Los hombres que no amaban a las mujeres”, ”La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”.

Millennium, Stieg Larsson

Millennium, Stieg Larsson

El primer reto que se plantea el lector es relacionar el título con el contenido. Esta relación llega como futa madura, una vez asentada la historia. Y cuando se encuentra, empieza el desenlace.

En cada tomo, una técnica narrativa sugestiva. De entrada, una mini historia extraña y llamativa. Luego, historias de personajes que se van entrelazando y que van a confluir en un punto basado en aquélla. Después, el desarrollo de la acción, trepidante. Y, además, un nexo entre las tres entregas: el personaje de Lisbeth Salander, singular donde los haya.

Esta obra no deja indiferente a nadie: a los hombres (¿por qué hay quienes no respetan a las mujeres?); a las mujeres (¿por qué hay quienes no quieren defenderse?); a todos en general (¿por qué no intentamos mejorar entre todos?).

Situada en Suecia, notamos una curiosa sensación cuando los nombres que aparecen son tan extraños, tan alejados de los viejos conocidos, ingleses o americanos: personajes (Blomkvist, Wadensjöö,…), localidades (Södertälje, Strängnäs,…), calles (todas acabadas en “gatan”), marcas comerciales (ramlösa), nombres de empresas (Ikea, Ericsson,…). Lo cierto es que cuesta un poco acostumbrarse y, a veces, seguir la historia.

De los personajes llama la atención la caracterización (no son personajes estereotipados ni mucho menos) y las relaciones personales tan variadas que presentan.
En cuanto a la historia, no quedan cabos sueltos. De todos los personajes se conoce su final. Las situaciones presentadas se resuelven. Sólo me queda una duda: ¿cuál es la demostración del teorema de Fermat?