La vida a veces te da sorpresas cuanto menos curiosas. Un buen día, debido a un cúmulo de circunstancias que no me voy a parar a contar aquí, me ví en el aeropuerto de Madrid, viajando sólo a Hong Kong…y sí, el mito se cumple: ¡está todo lleno de chinos!

La ciudad de Hong Kong se divide en dos partes, por un lado la península, llamada Kowloon y donde resido, y por otro, la isla de Hong Kong, a la cual tengo pensado ir mañana (en ferry).

Ha pasado ya un día y medio desde que llegué, y la verdad, no dejo de sorprenderme por todo; la gente lleva mascarillas por la calle, los andamios son de bambú, sí sí, de bambú, los autobuses llevan wifi (aunque no termine de funcionar), está lleno de tiendas de electrónica en las que te tratan de una forma un tanta extraña, etc.

Tiendas de electrónica, una tras otra.

Tiendas de electrónica, una tras otra.

Andamios de bambú.

Andamios de bambú.

Mi día de hoy ha sido fundamentalmente de trabajo. Me he despertado a las 6:30, me he puesto mi vestimenta de conferencia, y allá que me he ido a la universidad politécnica de Hong Kong. El día ha transcurrido entre conferencias y coffe breaks. Cabe destacar que he comido en una mesa redonda con 7 coreanos (del sur) de mi edad más o menos, los cuales odiaban la comida china. Literalmente decían: «La comida china es un asco». Pues bien, me uno al comentario. En el restaurante han puesto una serie de platos de …»comida» cruda con una pinta…y con un sabor… y de bebida no tienes elección, o té 1, o té 2, o té 3, o té 4. Sí que es cierto, que los últimos platos eran más normales; es decir, carne de ternera con especias, muchas especias extrañas, y un pescado muy grande con una salsa verde…Ah, y a todo eso hay que añadirle que, ¡ha sido mi primera vez comiendo con palillos chinos! Un show, los coreanos se meaban de risa. Muy majos ellos por cierto, hasta han acabado contándome el incidente que tienen con corea del norte.

Comida con Coreanos, últimos platos, mejor pinta.

Comida con Coreanos, últimos platos, mejor pinta.

Volviendo al tema de la comida, puedo decir que el restaurante aún se salvaba. De hecho he comido, e incluso me he  saciado. Sin embargo, cuando vas paseando por las calles de Hong Kong atestadas de gente y derepente empiezas a notar un olor nauseabundo, una angustia tremenda, y te das cuenta que el olor proviene de un puesto de comida para llevar…te acuerdas de los bocadillos de jamón con tomate de tu madre, más que de otra cosa en el mundo.

Al margen de eso, el congreso ha terminado a las 5:30 de la tarde aproximadamente, momento en el cual he decidido dar una vuelta por Kowloon. Han sido 3 horas muy increibles, las cuales he culminado con una parada en un McDonald y en un seven eleven, para comprar algo de comer apetecible y un poco de cerveza fria. ¡Qué difícil es encontrar cerveza en esta ciudad! En el transcurso de tiempo que comentaba he paseado por «la Avenida de las Estrellas». Además de tener unas vistas increibles, rascacielos apiñados uno con otro, de lo más increible que he visto yo nunca, tiene monumentos como la estatua del mítico Bruce Lee. Y el colofón es el espectáculo de música y luces que se montan allí. Todos los días, a las 8 de la noche los edificios de la Avenida realizan una coreografía lanzando cañones de luz hacia el cielo, iluminándose propiamente… increible vamos.

Mítico Bruce Lee.

Mítico Bruce Lee.

Así que, de momento todo genial. Mañana segundo día que amanezco en Hong Kong. 🙂

P.D: Aunque este sea un país áltamente tecnológico, la wifi del hotel, además de ser de pago e ir con tiempo, no vale un duro.