La vida de Pi, dirigida por Ang Lee basada en la novela de Yann Martel, escritor Canadiense, es de estas películas que no te dejan indiferente, que cuando termina te hacen pensar y reflexionar. En este caso no sólo te hace pensar en la película en sí, sino en el sentido de la vida, de la fe y la religión.
En la primera parte de la película, se nos pone en antecedentes; nos muestra al protagonista como un joven inteligente e inquieto buscando dar sentido a su vida. Se nos describe a su familia, a su enamorada y su acercamiento a las religiones desconocidas para él, musulmana y católica. Aunque esta primera parte puede resultar un poco lenta, ocurren cosas deliciosas como el motivo por el que lo llaman «Pi», su encuentro con el tigre de bengala o precisamente el porqué del curioso nombre del tigre: Richard Parker.
Debido a los problemas económicos que atraviesa su familia, su padre decide trasladar a su familia junto con sus animales del zoo, a Canadá en busca de una nueva vida. El carguero en el que navegaban naufraga en una tormenta, y es aquí donde empieza la siguiente parte de la película. Pi se queda con Richard Parker a solas en un bote a la deriva. La lucha psicológica con el tigre es simplemente espectacular. Alimentar y cuidar del tigre le sirve a Pi de excusa para mantenerse con vida. El uno sin el otro no tienen sentido. Entre tanto pasan muchas penurias, hambre, desesperación, pero también tienen golpes de suerte, con los que a simple vista parece que la película te quiere convencer de que hay que tener fe.
Hasta ahí una película correcta, entretenida y con una estética muy buena. Pero es en el final cuando da un vuelco y se convierte para mí en una de las mejores películas que he visto últimamente. Lo que parecía verdad se convierte en metáfora; aparece una nueva realidad que te hace dudar, y entonces empiezas a entender el porqué de la película, y piensas durante un buen rato, y descubres que a veces es necesario creer en cosas bonitas, espectaculares, con el fin de evitar la cruda realidad. Y es esa la comparación que hace con Dios y la religión.
Pienso que la película no te cambia la manera de pensar, aquel que sea ateo, seguirá siéndolo y el que crea en Dios terminará la película con su fe reforzada, pero sí que te propone una buena reflexión que puede en algún sentido que te plantees tu vida de manera diferente.
¿Qué te ha parecido a tí? ¿Qué has entendido tú?